viernes, 22 de mayo de 2009

Tránsito en Espiral

... para Remedios (la verdadera) que quién sabe en dónde anda, pero que con su obra me invita a conocer mundos fantásticos que despiertan al cuenta cuentos que vive encerrado en algún lugar de mi cabeza y al cual no pretendo dejar escapar porque me divierte y me relaja mucho.

Tránsito en Espiral

Remedios Varo, 1962


Hoy estoy en medio del tránsito en espiral y sin embargo me encuentro estática. Observo cada uno de los diferentes transportes que circulan por el agua y pienso en cuál de ellos sería mejor subir. Por lo pronto estoy en la tercer ventana del primer edificio del tercer espiral (de afuera para adentro) comenzando del lado derecho. ¿Ya me viste? Ahí observando el movimiento a mi alrededor sin saber si quiero subir a un vehículo o prefiero nadar (creo que sería lo más conveniente) Tengo que terminar mi tesis y no sé si el final está en el centro o en el extremo del laberinto, entonces simplemente no sé para dónde ir. Pienso que tal vez debo seguir a la mayoría de los vehículos, pero luego descubro que algunos van en dirección contraria y me pregunto si sus pasajeros sabrán algo que yo no. ¡Seguro que sí! a estas alturas yo no estoy segura de saber gran cosa.

Desde afuera parece confuso y tal vez resulte un poco aterrador, pero la realidad es que cuando estás en medio del laberinto las cosas son más bien agradables, el clima es templado, el agua tranquila y de un verde esmeralda transparente que impacta, las construcciones son de diversos tonos cálidos desde rojo bermellón hasta un amarillo mostaza Dijón (como el del bote del sandwich que cené hoy) Desde aquí no se alcanzan a percibir los detalles, la bruma de afuera hace que todo parezca un poco lúgubre. No hay mentira mayor (si hay y muchas, pero ninguna de importancia en éste momento).

Precisamente ahí, en esa bella comodidad, es dónde encuentro el mayor problema a resolver: al pensar en lo esencial, la realidad es que no necesito encontrar la salida del espiral. Hay tantos proyectos que se pueden hacer, tantas imágenes que coleccionar que cuando lo pienso me resulta absurdo querer salir.

Al mismo tiempo, en instantes como este cuando me encuentro estática observando a través de la ventana, me pregunto el porqué del tránsito: la gente va y viene, algunos sólo van y no regresan. Es entonces cuando aparece el deseo de descubrir nuevos mundos e intento salir corriendo de inmediato olvidando ese grillete llamado tesis que me recuerda que por lo pronto, antes de elegir cualquier transporte, debo entregar al guardián de la torre, un escrito a cambio del cual me será otorgada un arma de luz que me permitirá navegar y vencer a la salida del espiral al monstruo blanco de cinco ojos que no se ve, pero que está ahí, esperando a todo aquel que intente dejar el camino sin haber cumplido con su misión previa. Y así es.. que llevo exactamente dieciocho minutos escribiendo (y otros cinco editando) que me han sido de gran utilidad cuando por fin descubrí por lo menos la dirección a la que debo ir. Sí, hay que ir a la torre del centro caminando, si tienes suerte y te encuentras con el unicornio de cuerno azul, también es buena opción (el que tiene el cuerno morado no, ese va para otro lado). Una vez hecho esto es posibile, nadando o en transporte salir del espiral.

MliliA 09

1 comentario:

Marthita dijo...

SUMAMENTE INTERESANTE, SOBRE TODO CUANDO DESCUBRES EL INTERIOR DE LA AUTORA A TRAVÉS DE UNAS CUANTAS LÍNEAS!!!!
TQM Y ÁNIMO!!!!! Q SIEMPRE HAY UNA LUZ AL FINAL DE CUALQUIER LABERINTO!